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Fantas
La Caba
Posted:Dec 18, 2009 6:19 pm
Last Updated:Jul 18, 2010 3:46 am
2452 Views

Recorres la pequeña cabaña en las montañas que has alquilado, un sitio tranquilo donde esperas escapar de la rutina diaria durante unos pocos días. Fuera de la cabaña la noche ha caído y con ella empieza a llegar una tormenta. Es una de esas tormentas de verano, de agua cálida que de forma torrencial cae bajo las luces de relámpagos. La imagen de la tormenta acercándose desde las montañas te hipnotiza. Las luces que vienen del exterior muestran el contorno de tu figura, vestida con una camiseta de tirantes blanca y unas braguitas del mismo color.

Sales de ese breve estado de éxtasis para volver a recorrer el salón de la pequeña cabaña. Es la habitación más grande de la cabaña junto con el dormitorio el piso superior, está decorada con muebles rústicos de madera, un amplio sofá frente a una gran televisión. Te recuestas sobre él y tomas el mando. Enciendes el televisor, pero no llegas a poder sintonizar ninguna cadena, la imagen es borrosa, con ruido y de muy mala calidad. La tormenta eléctrica debe ser la culpable de esa interferencia. Con desinterés recorres uno a uno los canales programados y ninguno de ellos llega a verse correctamente. Con cierta desgana jugueteas con los botones del mando hasta que la imagen de la pantalla se pone en negro, mostrando a la derecha un mensaje “DVD input”. En ese instante te das cuenta de que la televisión tiene, bajo ella, un reproductor de DVDs. Con la vista recorres el mueble de la televisión, así como el aparador de su derecha pero no llegas a ver ninguna funda de película. Al girarte a tu izquierda para repasar el otro lado del salón aprietas sin querer el botón del play. En ese instante, la pantalla comienza a mostrar lo que parece el comienzo de una película.

Te dejas caer sobre el sofá de nuevo, dispuesta a dar una oportunidad a ese único DVD que parece haber en la casa. La película comienza mostrando lo que parecen unos decorados de un palacio romano. La idea de que se trate de un rancio documental te deprime. En ese momento, la cámara recorre unos pasillos iluminados por antorchas hasta llegar a una gran sala; en ella, una mujer, vestida con una toga avanza hacia un grupo de varios hombres que están reclinados sobre amplias sillas. La mujer se detiene y de forma natural deja caer su túnica hasta el suelo. Su sensual desnudez aparece ante los tres hombres, los cuales intercambian miradas perversas. La mujer de forma tímida se arrodilla ante uno de ellos y aparta su toga mostrando un enorme pene en una incipiente erección. La chica lo toma en sus manos y empieza a acariciarlo dulcemente, haciendo que crezca en grosor, momento en el cual lo introduce en su boca. Tú ahora no tienes duda del tipo de película. La escena comienza a subir de tono a medida de que un segundo hombre se coloca junto a la mujer mostrando ante sus ojos su polla. El tercer hombre se incorpora también acercándose por detrás de la mujer, agachándose y empezando a lamer su ano. La mujer intercambia ambos penes en su boca mientras el hombre que se encuentra detrás acerca su miembro al culo de la mujer y lo introduce en ella. Te descubres a ti misma con una mano entre tus piernas, acariciando tu coño por encima de las braguitas mientras que con la otra aprietas uno de tus pechos. La escena te está calentando mucho.

La actriz cambia de postura permitiendo que uno de los hombres se ponga bajo ella y empiece a meterle una enorme polla en el coño mientras los otros dos mordisquean sus pezones. Tú estás muy mojada, llevabas tiempo sin que una película de este tipo te pusiese así de caliente. Tu mano entra por debajo de la braga y empiezas a acariciarte el clítoris, la otra mano tira de la camiseta hacia arriba dejándola por encima de tus pechos, que empiezas a manosear de forma enérgica. Te tumbas completamente sobre el sofá pellizcando tus pezones mientras que arqueas la espalda al ritmo que marcan los dos dedos que tienes metidos en tu coño. Los metes y sacas rápidamente, los chupas, pellizcas tu clítoris y los vuelves a meter. Ladeas la cabeza para mirar de nuevo la escena de la película. En ese instante la actriz está a horcajadas sobre uno de los hombres que está metiendo su polla en el coño, otro le ofrece la suya para que se la meta en la boca mientras que el tercero la está introduciendo su sexo en el culo. La mujer está siendo penetrada a la vez por los tres hombres. Esa imagen te enciende aún más, mueves la mano sobre la mesita junto al sofá, a tientas buscas algo sobre ella, sí, es una especie de pisapapeles de cristal macizo de unos 15cm de largo y relativamente grueso. Lo coges y lo colocas entre tus piernas. Empiezas a presionar con él la entrada de tu vagina, lo haces subir y bajar sobre la entrada, haciendo que roce tu clítoris hinchado. Lentamente lo empiezas a introducir en tu coño, y empiezas a moverlo, primero despacio luego cada vez más deprisa. Tu otra mano baja por tu espalda y se introduce por debajo de la braguita. Empiezas a apretar tu culo pero rápidamente mueves el dedo hasta la entrada del ano. El líquido que ha ido bajando de tu sexo húmedo lo ha empapado, usas esos fluidos para humedecer el dedo y lo introduces en tu culo. Empiezas a moverte con más ritmo, el objeto de cristal en tu coño y un segundo dedo que entra por tu culo. Comienzas a sentirte como la actriz, poseída por tres hombres a la vez. Te imaginas ese grueso pene en tu sexo, ese otro entrando rítmicamente por tu culo y abres tu boca ansiando tener el tercer rabo dentro de ti. Estás a punto de llegar al orgasmo, todo tu cuerpo te lo pide, tienes la carne de gallina, pero quieres que dure, que se alargue hasta que no puedas más.

En ese instante, próximo al placer más salvaje, un violento golpe te hace que gires la cabeza hacia la puerta. Se ha abierto de golpe, bajo el quicio de la misma una silueta se muestra empapada por la lluvia. No la distingues hasta que un rayo ilumina la entrada es un hombre vestido con unos vaqueros desgastados y una camiseta blanca pegada a su cuerpo por la lluvia. Te incorporas rápidamente del sofá, dejas en él el pisapapeles, mientrs que con una mano cubres tus pechos con la otra intentas subir las bragas. La voz no te sale del cuerpo cuando preguntas de forma entrecortada “¿Quién eres?”. La figura no responde, no se mueve. Un segundo rayo ilumina la habitación y durante sólo un breve instante llegas a ver su cara. Es un hombre de unos 30 años, con la cabeza rapada y una perilla. Ves que gira la cabeza hacia el televisor un momento antes de posar de nuevo sus ojos sobre ti. Avanzas unos dubitativos pasos hacia la puerta y repites tu pregunta. Él sigue sin contestar. Un pesado silencio flota en el ambiente sólo roto por los truenos traídos por la tormenta. Tus sensaciones extrañas, una mujer sola, en una cabaña aislada, descubre a un extraño en ella. Tu razón te avisa del temor que deberías tener, pero tu cuerpo te pide otra cosa.

La figura, finalmente, avanza hacia ti. De forma instintiva levantas los brazos para golpearle, pero él toma tus muñecas y te detiene. Ahora es cuando deberías tener más miedo, pero tu cuerpo vuelve a transmitirte las extrañas señales de tu instinto más salvaje. De forma tímida forcejeas, pero él te vuelve y te lanza sobre el brazo del sofá. Tu cintura queda apoyada sobre esa parte del sofá dejando tu culo hacia él. Lentamente desciende sus manos por tu cadera hasta tomar las braguitas, y poco a poco las hace bajar. Tú deberías estar luchando por evitarlo, peor no es así, deseas a ese extraño, quieres que te tome, y tú quieres poseerlo a él. Al alcance de tu mano está el pisapapeles, es suficientemente pesado para que lo uses como arma, pero no lo haces, tu razón se ha doblegado a tu apetito sexual.

El extraño, una vez que te ha bajado las bragas hasta el suelo empieza a lamer tus piernas, empezando por detrás de tus rodillas, continuando por el interior de tus muslos hasta llegar a tu coñito. Lo empieza a lamer despacio, apreciando los jugos que de él han salido. Tus piernas están abiertas para permitir que él meta su lengua en toda tu intimidad. Extrañamente te descubres echando tu mano atrás y apretando su cabeza hacia el interior de tus piernas. El empujón hace que presiones tus nalgas mientras que su lengua entre dentro de tu coño. Una vez ahí juguetea dentro de él, arriba y abajo, te notas cada vez más excitada hasta que él se incorpora. Giras tu cabeza y descubres como se está desabrochando los pantalones. Una polla hinchada de deseo se escapa de ellos. Él la acerca hacia ti, se agacha y notas como la empieza a hacer deslizar dentro de tu coñito. Entra rápida, casi como si tu sexo la absorbiese. Y notas como comienza su movimiento. Su empuje hace que sientas las gotas de agua que caen de su camiseta sobre tu espalda, así como el peso de su cuerpo sobre tus nalgas. El ritmo se acelera y el empieza a deslizar las manos hasta meterse por debajo de tu camiseta a afettar tus pechos con firmeza.

Estas notando su aliento en tu espalda, te gusta, lo deseas. Tu mano repta hasta llegar a coger el pisapapeles. Lo notas húmedo aún, con el fluido de tu interior, con ansia lo introduces en tu boca, te gusta ese aroma a ti misma. Lo empiezas a chupar como si fuese la verga de uno de esos actores. Por un momento te transportas a esa escena recreada de las orgias romanas. Sacas el pisapapeles de tu boca y se lo acercas como puedes a ese desconocido. Él se incorpora un poco sin dejar escapar su polla de tu coñito cada vez más húmedo. Jadeas diciendo “Lo quiero dentro también”. Él toma el objeto y lo apoya despacio en la entrada de tu ano, con su propia saliva pasa el dedo alrededor de tu culo hasta que empieza a dilatar y con cuidado va introduciendo ese consolador improvisado en tu culo. Cuando lo mete y lo saca un par de veces tu culo está tan abierto que sólo ofrece una débil resistencia. En ese instante el extraño apoya el otro extremo del objeto sobre su pubis y empieza a realizar un movimiento que introduce tanto el objeto como el pene dentro de ti. Tu cuerpo se agita, notas como si dos hombres te estuviesen tomando por detrás.

Los movimientos del desconocido comienzan a ser cada vez más rápidos. Notas como su polla se hincha dentro de ti, está gruesa muy gruesa y sigue penetrándote con un ritmo endiablado. En el instante definitivo notas como todo esperma asciende por su polla y se desborda dentro de ti. Él sigue moviéndose mientras gime, grita y resopla. Parte de sus fluidos empiezan a gotear por tu vagina mientras él sigue moviéndose. Sentir todo ese líquido dentro de ti hace que te corras, notas las contracciones dentro de ti al llegar a ese orgasmo vaginal. Un orgasmo como nunca habías tenido.

Tras haber gozado los dos, él cae rendido sobre tus espaldas, y se desliza sobre el sofá. Tú te incorporas ligeramente y caes sobre su pecho. Os abrazáis, y el sueño provocado por la fatiga os mece hasta que os quedáis dormidos, tú y ese misterioso extraño que te ha dado todo ese placer.
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La
Posted:Nov 23, 2009 10:34 am
Last Updated:Jul 7, 2010 5:52 pm
2599 Views

En nuestra visita a Paris, hemos disfrutado de la ciudad y sus calles durante todo el día, pero para la noche hemos conseguido un par de cotizadísimas entradas para la ópera. Hoy interpretan Tosca de Puccini, y nosotros tenemos las entradas de uno de los pequeños palcos. A diferencia de los estirados asistentes nosotros vestimos como desenfadados turistas yo llevo una camisa por fuera de unos ceñidos pantalones vaqueros y tú una chaqueta clara sobre blusa amplia sin mangas y una falda larga de lino con mucho vuelo.

Al llegar a nuestro palco, un muchacho te pide la chaqueta para dejarla en un pequeño perchero en el fondo del palco. Al quitarte la chaqueta descubre que no llevas sujetador y que el suave movimiento de tus pechos se insinúa a través de la blusa. Le das una generosa propina al muchacho mientras le recorres con la mirada, él avergonzado toma el dinero y sin llegar a levantar los ojos sale por la puerta que da al pasillo. Yo te acerco la silla para que puedas sentarte y arrimo la mía lo más posible a tu derecha para poder pasar mi brazo por encima de tus hombros.

Estamos en la serie de pequeños palcos a la altura del entresuelo, por debajo de nosotros la platea y por encima otros palcos mayores que coinciden con el nivel del anfiteatro. Los palcos de ese piso superior ya están casi llenos, en su mayoría grupos que usan pequeños prismáticos para poder observar la escena desde esa distante posición.

Antes de que comience la representación repasamos con la vista los asistentes que van llegando. Comprobamos, con cierta complicidad que los palcos de este piso, aún siendo pequeños están muy próximos entre sí. El de nuestra derecha no está a más de metro y medio y en él acaban de entrar un matrimonio de unos 40 años. La mujer se sienta en el lugar más próximo a nuestro palco y el marido más a la derecha y un poco por detrás.

Las luces se apagan y comienza la representación, el primer acto transcurre intensamente. Los cantantes dan todo de sí en pos de la representación. Observo como miras embelesada la representación, pero yo me estoy dejando llevar por algo más próximo, tu perfume me vuelve loco y lentamente desciendo mi mano por tu hombro, introduzco mi mano por debajo de tu brazo y entro por el hueco de la inexistente manga. Tú contienes la respiración mientras mi mano avanza lentamente hasta tocar tu pezón. Al más leve contacto empieza a ponerse duro, y yo empiezo a pasar la yema de mis dedos por su contorno, pellizcando con dulzura su dureza. Noto como tu mano, antes apoyada en la barandilla sube por mi pierna. Al subir por encima del muslo empieza a soltar con gran habilidad mi cinturón y a desabrochar mis pantalones. Tu mano se introduce lentamente bajo ellos y toca mi sexo, empieza a ponerse muy duro. Tu mano baja más para atrapar mis testículos, los empiezas a masajear con delicadez haciendo que emita un casi imperceptible suspiro. A pesar de ser sólo un leve sonido, la mujer a nuestra derecha nos mira con reproche. Sin saber qué ocurre más allá de su vista por debajo de la barandilla o dentro de tu blusa. Yo giro mi cabeza y con una mirada indescifrable acallo sus quejas.

El primer acto está llegando a su final y todos los intérpretes se suman en el "Te Deum" con el que concluye el acto. Para entonces mi mano recorre de forma descarada la redondez de tu pecho izquierdo, aplastándolo, acariciándolo, presionando en una pequeña pinza tu pezón cada vez más duro. Cuando el ritmo de la canción sube noto como te agachas e introduces en tu boca mi polla. Empiezas a chupar, cada vez con un ritmo más frenético emparejado con el ritmo de la canción final de este acto. Cierro los ojos para saborear el placer que me estás dando, sólo para abrirlos y observar que la mujer del otro palco mira hacia mí. Ella no te ve, pero sabe por mi expresión dónde estás. Su rostro congestionado expresa mucho más que un reproche, es odio. Yo no aguanto más y con el final de la canción lleno tu boca de mi esperma. Noto como te detienes y chupas y lames todo lo que ha salido de mí. Cuando el público comienza los aplausos tu cabeza sube y con una sonrisa miras a la ocupante del palco. Por la comisura de tus labios se escurre una gota blanca que baja hasta el cuello.

Comienza el segundo acto. De forma aparente hemos recuperado la compostura, la mujer de al lado comenta indignada con su marido, que al vernos no intuye lo que ha pasado. Alguien recrimina a la pareja que se callan cuando se reanuda la representación. En este momento empiezo a descender mi mano hasta tu entrepierna. Por encima de tu falda deslizo mi mano de forma delicada, haciendo más rápido el movimiento a cada momento, empujo con decisión entre tus pierna y, a través de la falda, noto que estás húmeda. Tosca va comenzar su aria "Vissi d'arte" cuando yo me arrodillo frente a ti. Lentamente levanto tu falda e introduzco la cabeza. Tú abres las piernas y avanzas la pelvis para facilitarme la tarea. Mi lengua empieza a jugar con tu sexo. Está húmero y chorreante, empiezo a lamer tus labios despacio, dejando que mi lengua entre dentro de ti, de arriba a abajo, dando lentas pasadas que hace que todo tu cuerpo empiece a sentirlo. La soprano está en el éxtasis de la canción, pero tú no eres menos. Giras la cabeza y descubres que la señora sigue mirando. Su expresión cambia, es envidia, sí, envidia y lujuria lo que ves en ese rostro. Ella querría estar en tu lugar. Yo mientras tanto continuo lamiendo tu coño, ahora doy pequeños mordiscos a tu clítoris, lo mantengo aprisionado entre mis labios, sólo el tiempo justo para que mi lengua lo ataque de nuevo. Estás gozando del momento cuando con mis brazos hago que te reclines aún más en la butaca, momento que aprovecha para hacer que mi lengua recorra el delicioso camino entre tu ano y tu clítoris, lo hago varias veces, despacio, acelerando sólo en el momento que llego a la rosada abertura de coñito. Tú levantas la cabeza, estás a punto de llegar al orgasmo, cuando descubres que en el piso de arriba, uno de los que ocupan uno de los palcos del lado opuesto no observa el escenario con los pequeños prismáticos. Su mirada está clavada en ti. Eso hace que te sientas observada, y que llegues a correrte en cuanto mi lengua se enrosca sobre tu clítoris. Profieres un pequeño grito que queda ahogado por el final del aria de la soprano. El segundo acto ha terminado.

La ópera se reanuda en el último acto. Volvemos a estar sentados, fingiendo la seriedad que de un espectador de espera. Un precioso decorado que recrea un castillo aparece en escena. Unos militares con fusiles entran por la derecha. Noto como te estás remangando las faldas, entiendo lo que quieres hacer, yo me vuelvo a desabrochar los pantalones. Tú, con disimulo te levantas lentamente de la silla y te sientas sobre mi. Mi sexo responde a ese movimiento volviendo a endurecerse. Tu lo acaricias con tu mano, por debajo de la falda, y luego te incorporas lo justo para que entre en tu coño. Mi polla ya está tan dura que empiezas a sentirla toda dentro de ti. Apoyas tus manos sobre la barandilla y con un movimiento lento y armónico empiezas a ascender y descender. Mis manos suben por debajo de tu falda hasta apresar con deseo tus pechos. Los movimientos se hacen cada vez más amplios. Levantamos la vista y el personaje del palco superior sigue mirando, ves como su otro brazo se mueve por debajo de la barandilla, se está masturbando con sólo vernos. Giras la cabeza y ves como la mujer de al lado se ha abalanzado sobre su pareja. La hemos conseguido excitar tanto que ha tenido que liberarse. Seguimos moviéndonos, tu espalda se arquea y tus pezones se endurecen. Estás llegando al orgasmo. Mientras llega la fanfarria final nos volvemos a correr, pero no somos los únicos, el mirón del piso superior también y la pareja del palco de la derecha también han llegado al orgasmo en ese preciso instante.

La ópera ha terminado, pero nosotros permanecemos en el palco, abrazados, compartiendo caricias y besos cómplices. Los siguientes años recordaremos esta ópera. Ahora con sólo poner el CD en tu casa llegas al orgasmo. Asocias a cada pasaje una sensación sobre tu cuerpo. Has sentido la música del sexo.
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T
Posted:Nov 6, 2009 6:52 pm
Last Updated:Nov 12, 2009 10:59 am
2319 Views

Quedamos tu y yo en un cafetería, tu llevas un vestido negro de tubo, ajustado y con unos delgados tirantes, yo llevo unos baqueros negros y una camiseta. Según nos encontramos sabes perfectamente que queremos hacer, hemos decidido ir a uno de los bares de copas más conocidos de la ciudad.

Al entrar una música estridente carga el ambiente y en la pista varias personas están bailando. Entramos y metódicamente recorremos con la vista la gente del local y elegimos a nuestra víctima. Es un muchacho joven de poco más de 25 años que baila con un grupo de amigos en la zona cercana a los bafles. Es de pelo claro y constitución delgada, parece extranjero. Nos acercamos por separado, yo me quedo cerca de la barra mirando como tú te aproximas a su espalda. Empiezas a bailar sensualmente y a retroceder hasta tu culo le roza, el se gira despacio, siguiendo el ritmo de la música y ves en su cara un brillo de lujuria, eso te enciende, te toma por las cadera, por detrás y acompasa sus movimientos a los tuyos, tu culo aprieta su paquete y notas que se está calentando quiere subir las manos hasta tus pechos, pero tú lo evitas de una forma coqueta, me encanta como juegas con él y lo mantienes al límite. Notas que por momentos se está excitando y te susurra algo al oído, sí es inglés no hay duda, ese "do you want a shag?" lo ha delatado. Te giras y le dices que de acuerdo, pero que una amigo tuyo entra en el juego, con la vista me señalas y yo alzo mi copa como saludo. El está algo desconcertado, pero está tan caliento que quiere follarte a pesar de todo. Salimos los tres del local y nos dirigimos a nuestro hotel a pocas manzanas de distancia.

En el breve trayecto veo como te mira el culo, está empalmadísimo pero se siente extraño cuando te abrazas a mi e introduces tu lengua en mi boca. Al terminar ese largo beso te giras hacia él y le reglas una lasciva sonrisa. Eso le calienta aún más está que no puede más. En el ascensor sigues pegada a mi, cuando tu mano explora por debajo de mis pantalones. Las mías aprietan tus pecho y el se empieza a acariciar tu culo. Al llegar a la puerta quieres que él entre en acción, se le ve cortado y eso te molesta. De forma desenfadada te separas de mi y mientras que yo abro la puerta echas mano de su paquete y dejas resbalar uno de los tirantes de tu vestido. Él saca tu pecho por encima del sujetador y empieza a chuparlo mientras que yo abro la puerta.

De un tirón el metes en la habitación y le empujas contra la pared. Su boca chupa frenéticamente tus pechos mientras tú le vas desabrochando la camisa. Yo he dejado las laves sobre la mesa y me he arrodillado detrás tuya. Mis manos suben por tus piernas, por debajo de tu ceñido vestido, siguen subiendo hasta tus caderas, y lentamente te bajo las bragas y tu vas separando las piernas. Me conoces y sabes qué es lo que viene ahora. Me coloco debajo tuya, aún de rodillas y hundo mi cabeza en tu entrepierna. Empiezo a lamer tu coño, está húmero y me gusta, empiezo a subir y bajar la lengua y noto como tu sexo se va abriendo, entonces meto mi lengua una y otra vez, te oigo gemir. El inglés cree que es por cómo te está chupando los pechos, pero tú y yo sabemos la verdad y que lo que ocurre ahí abajo es lo que te está haciendo gozar. Estás muy húmeda, meto uno y luego otro de los dedos en tu coño mientras que con los labios presiono tu clítoris, dándole pequeños mordisquitos. Noto que estás llegando, la piel de tus muslos se pone de gallina.

De golpe te separas de nosotros, pero nos tomas de la mano y nos conduces al dormitorio. Te subes a la cama y te pones a cuatro patas. Te subes tu vestido negro hasta por encima de la cintura. El inglés que está detrás tuyo mira tu precioso culo y nota como está de húmedo tu sexo después de haberte corrido. De una forma torpe intenta quitarse los pantalones ya a medio desabrochar, pero yo sé que estás esperando algo de mí. Giro al otro lado de la cama y me arrodillo frente a tu cara te doy un beso y notas en mis labios los fluidos que han salido de ti. Esto te vuelve a excitar, entonces me levante frente a tu cara y bajo mis pantalones. Pero dejo que seas tí quien me quite los calzoncillos. Con una mano empiezas a tocar mi paquete, está duro . Despacio empiezas a hacer que bajen los calzoncillos. Sigues apoyada con las rodillas y una mano sobre la cama. El inglés se acerca a ti por detrás y de un golpe introduce su poya en tu coño, emites un grito ahogado, pero lo acallas metiendo mi polla en tu boca. Tienes la polla de un desconocido en tu coño y la mia en tu boca. Tus ojos permanecen fijos en los míos mientras las envestidas del inglés te empujan hacia mí. Él cree que te está haciendo gozar, pero tú y yo sabemos la verdad y que es mi pene en tu boca lo que te pone así. Chupas toda mi polla y los testículos. Estas muy caliente, entonces me tomas de la cintura y me empujas sobre la cama. Te sacas la polla del inglés y te giras para quedarte sobre. Con tu mano agarras firmemente mi polla y la metes en tu sexo, y sigues sin apartar tus ojos de mi. Lentamente al principio y cada vez con más ritmo subo la cadera para introducir una y otra vez mi sexo en ti desde completamente fuera hasta dentro. Eso te excita. Nuestro amigo inglés también se acerca. Se agacha y empieza a pasarte la lengua por las nalgas y se detiene en el ano. Te sigue chupando mientras mis envestidas cada vez más rápidas. Con una mano en mi pecho me detienes y empiezas a arquear la espalda quieres notas mi polla en tu interior te gusta. En ese momento el inglés se monta a horcajadas detrás de ti y empieza a introducir su polla por tu culo. Despacio, muy despacio la notas dentro. En ese momento ambos nos empezamos a mover y empiezas a sentir como dos hombres te toman a la vez. Tus jadeos se convierten en gritos pero tus ojos siguen fijos en mi.

Tras unos minutos el inglés se corre y deja salir su esperma por tu culo y por toda tu espalda. Pero yo sigo dándote placer hasta que no aguanto más, y vierto todo mi semen en tu interior. Lo notas dentro de ti y eso te hace gozar, otra vez. Tras este último orgasmo caes rendida sobre mi pecho. Yo te abrazo y de una forma sorprendentemente delicada nos besamos. El inglés rechazado por la intimidad de ese momento se aleja, recoge sus cosas y se dirige a la puerta. Esta contento porque cree que te ha hecho gozar, pero tú y yo sabemos la verdad.
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